Cada vez que te vayas de vos misma
no olvides que te espero
en tres o cuatro puntos cardinales
siempre habrá un sitio dondequiera
con un montón de bienvenidas
todas te conocen desde lejos
 y aprontan una fiesta tan discreta
sin cantos sin fulgor sin tamboriles
que sólo vos sabrás que es para vos
cada vez que te vayas de vos misma
procurá que tu vida no se rompa
y tu otro vos no sufra el abandono/
y por favor no olvides que te espero
con este corazón recién comprado
en la feria mejor de los domingos
 
 
cada vez que te vayas de vos misma
no destruyas la vía de regreso
volver es una forma de encontrarse
y así verás que allí también te espero
("Irse" en El mundo que respiro, por M. Benedetti)
[Todas las veces que me voy de mí misma, encuentro un recuerdo que me hace volver a vos]
 
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amor,
Benedetti
 
De vez en cuando la alegría 
tira piedritas contra mi ventana 
quiere avisarme que esta ahí esperando 
pero me siento calmo 
casi diría ecuánime 
voy a guardar la angustia en un escondite 
y luego a tenderme la cara al techo 
que es una posición gallarda y cómoda 
para filtrar noticias y creerlas 
quién sabe donde quedan mis próximas huellas 
ni cuando mi historia va a ser computada 
quien sabe que consejos voy a inventar aun 
y que atajo hallaré para no seguirlos 
esta bien no jugaré al desahucio no tatuaré el recuerdo con olvidos 
mucho queda por decir y callar 
y también quedan uvas para llenar la boca 
esta bien me doy por persuadido 
que la alegría no tire mas piedras 
abriré la ventana. 
                                                           * (M.Benedetti) 
 
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Benedetti,
feliz
 
   Digamos que te alejas definitivamente hacia el pozo de olvido que prefieres, pero la mejor parte de tu espacio, en realidad la única constante de tu espacio, quedará para siempre en mí, doliente, persuadida, frustrada, silenciosa, quedará en mí tu corazón inerte y sustancial, tu corazón de una promesa única en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote.
Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.
 Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche 
 desgarradoramente idéntica a las otras
 que repetí buscándote, rodeándote.
 Hay solamente un eco irremediable
 de mi voz como niño, esa que no sabía.
Ahora que miedo inútil, qué vergüenza 
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.
 Es tarde. Sin embargo yo daría 
 todos los juramentos y las lluvias,
 las paredes con insultos y mimos,
 las ventanas de invierno, el mar a veces,
 por no tener tu corazón en mí,
 tu corazón inevitable y doloroso
 en mí que estoy enteramente solo
 sobreviviéndote.  
    Ausencia de dios, Benedetti 
 
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Benedetti,
desamor,
triste