Take it all


Inmediatamente después que se fue, se me salió el corazón por la boca, y estuve a punto de escupirlo, con restos de la comida del día anterior, comida sin sabor, el sinsabor de un adiós no buscado.
Me sorprendió su inoportuna despedida, tan incierta como los días de frío en verano, tan repentina como un estornudo. Yo no lo quería, no podía abandonarlo, no podía quitármelo, estaba en mi cabeza y era parte de mis sentidos. No podía permitirle la osadía de haberme amado tanto y sólo dejarme...ir. Nunca comprendí las desiluciones, nunca entendí para qué está el corazón si al final de cuentas sufre como un condenado. Para qué tenerlo después de haber querido tanto...para qué latir en vano si ya no se necesita. Mala suerte en el amor me tocó tener, son cosas que pasan, dicen por ahí...Pero tomalo, lo tengo para nada, antes que te vayas te lo devuelvo, usado ya no me sirve.

Nuestro final feliz, existirá en ficción.




Todo puede ser así de simple, así de sencillo, algo natural como lo es el amor, o como la madera vieja, gastada por los años, que también nos afectaron a los dos.
Todo puede ser más grande que lo que ocurrió. No nos lo permitieron.
Creo que nuestra historia es ficción. Te prometo, y juro solemnemente, amarte de por vida, en cada uno de mis cuentos.
He dicho.

Y sin embargo...


De sobras sabes que eres la primera,
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera;

y, sin embargo, un rato, cada día,
ya ves, te engañaría
con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.

Ni tan arrepentido ni encantado
de haberme conocido, lo confieso.
Tú que tanto has besado
tú que me has enseñado,
sabes mejor que yo que hasta los huesos
sólo calan los besos
que no has dado,
los labios del pecado.

Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto
sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.

Y me envenenan los besos que voy dando
y, sin embargo, cuando
duermo sin ti contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado,
y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.

No debería contarlo y, sin embargo,
cuando pido la llave de un hotel
y a media noche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos,
siempre es con otra, amor,
nunca contigo,
bien sabes lo que digo.

Porque una casa sin ti es una oficina,
un teléfono ardiendo en la cabina,
una palmera
en el museo de cera,
un éxodo de oscuras golondrinas.

Y cuando vuelves hay fiesta
en la cocina
y bailes sin orquesta
y ramos de rosas con espinas,
pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes al café del desayuno
vuelve la guerra fría
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio
el pan de cada día.

J. Sabina